viernes, 11 de enero de 2008

Un sueño aún más raro que el anterior

Hoy ha sido una noche dura. Tras unos días con sueños lo suficiente insulsos o lo suficientemente inconfesables como para no ser expuestos aquí, hoy ha tocado uno cañero. Ha sido extremadamente largo, y sólo me acuerdo bien de algunas partes. Tampoco me acuerdo bien del orden, pero da igual.
Yo empezaba entrando en un videoclub lleno de gente, que por dentro tenía muchas paredes de cristal como si fuera un laberinto. Bastante agobio, había que apretujarse mucho para que la gente pasara. Yo quería llegar a unas escaleras que estaban al otro lado, las veía pero era complicado llegar hasta allá. Lo curioso es que sólo había dos filas paralelas de DVDs, que recorrían todo el videoclub, la de abajo era de pelis infantiles y la de arriba de pelis porno (espero la intervención de algún freudiano para que suelte alguna perla). No era posible coger ninguna película, porque fuera por donde fuera, siempre estaban al otro lado de las paredes de cristal. Al final, no sé cómo, llego hasta las escaleras, que bajan al piso de abajo, en donde están videojuegos y consolas. Me llama la atención que las consolas son enormes, había muchas Wiis y la gente iba haciendo chorradas con los mandos. Llego hasta una consola que estaba puesta para jugar, y me pongo a jugar a algo, que no me acuerdo. De repente, sigo jugando pero ya estoy en el ordenador de mi casa, y me doy cuenta de que el juego que tengo es de cartas de Yu-Gi-Oh, o algo parecido, y me parece un rollo pero no puedo cambiar de juego. Estoy un buen rato intentándolo, cuando decido dejar el ordenador e irme a la selva (la selva casualmente pasaba justo por detrás de mi ordenador, ¡qué cosas!) Allí, estoy con un primo mío, en un río, y encontramos a una chica sonriente que se había perdido. Como, por alguna razón, sabemos que va a morir en la selva sufriendo una muerte lenta y dolorosa, decidimos que lo mejor es que la matemos nosotros de la forma más humana posible, cosa que a ella le parece una solución adecuada. La subimos a mi casa del pueblo (sí, también estaba en la selva) y allí se tumba en el sofa mientras sigue sonriendo, y nosotros la matamos clavándole un cuchillo en la espalda. Volvemos a bajar a la selva y ella vuelve a estar, y todo se repite igual (no sé si se repite muchas veces o pocas, sólo se que se repetía). Llega un momento en el que le digo que es muy duro matarla tantas veces, y ella se pone triste por primera vez y se va. Entonces todo oscurece, y desde la selva se oyen tambores y se ven fuegos que avanzan hacia nosotros. Llegamos a la conclusión de que una tribu viene hacia nosotros, con intenciones nada amigables. Cuando aparecen de entre la espesura, vemos que están comandados por otro primo mío, que, pese a parecer muy cabreado, decide que no vamos a morir. Y, por la magia de los sueños, aparezco sentado en un pupitre de la última fila en mi clase del colegio. Veo a muchos de mis antiguos compañeros, pero también a un montón de japoneses que no sé por qué están en mi clase. Empieza la clase, y veo a través de las ventanas que está muy nublado y empieza a nevar con fuerza. Sin ninguna razón, todo el aula empieza a moverse hacia adelante, y el profesor nos recomienda que nos agarremos al pupitre. Entonces vemos, porque la perspectiva en los sueños puede hacer lo que le dé la gana, que nuestra aula avanza sobre los raíles de una montaña rusa. Coge velocidad, y nos lo pasamos pipa (el mejor momento del sueño, sin duda) subiendo, bajando, bien agarrados al pupitre. Al final acaba en el patio del colegio, y nos damos cuenta de que hace mucho frío y no hemos podido coger los abrigos. Los japoneses se van gritando y haciendo fotos (lo sé, mis sueños manejan demasiados estereotipos), y yo me despierto. Pero no creáis que la cosa acaba aquí, no, porque me despierto, pero dentro de una tienda de campaña. Me intento quitar el pijama y vestirme sin hacer ruido porque mi novia también está durmiendo dentro, y descubro que fuera esta nevando mucho y se nos ha inundado la tienda. Salgo fuera de la tienda y hace mucho viento y un frío increíble, además de seguir nevando. Estamos en Escocia (no hay letreros pero sé que es Escocia), en el borde de un pequeño terraplén que llega hasta un gran lago. Todo etá lleno de barro, y se me empiezan a hundir los pies. Comienzo a pasarlo mal, y entonces me despierto. Pero no, porque, efectivamente, despierto de nuevo dentro de la tienda, y todo se repite igual hasta que salgo de la tienda. Hace el mismo frío y la misma nieve, pero es de noche y no se ve nada, nada de nada. Empiezo a andar, calculando las distancias porque me podía acordar del anterior sueño, pero debo de calcular mal, porque empiezo a resbalar y a caer, y me doy cuenta de que voy a caer al lago, así que empiezo a gritar para ver si alguien puede ayudarme. Entonces me despierto... otra vez dentro de la tienda de campaña. Y digo, "esto no puede ser, no podemos estar en Escocia, era sólo un sueño, en donde tenemos que estar es... en Berlín". Dicho y hecho, salgo de la tienda y allí estabamos, acampados enfrente del Reichstag, pero de todas formas hacía el mismo frío y la misma nieve que en Escocia. Así, que vuelta a despertarse, otra vez dentro de la tienda de campaña. Sin embargo, ya no hacía frio. Salgo, y estábamos acampados dentro de la habitación de un albergue. "Por fin un poco de tranquilidad, las cosas van como tenían que ir", pienso, y salgo de la habitación para ir a la ducha. Al llegar a los baños, me doy cuenta de que estoy descalzo, y de que todo el suelo está lleno de vomitonas, porque ayer debió de haber una gran fiesta cerca. Vuelvo a la habitación por un pasillo lleno de bidés que tengo que ir saltando, pero al llegar al fondo resulta que hay dos puertas iguales, y no sé cuál es la mía. Como me da vergüenza pensar en qué pasaría si entro en una habitación ajena, me quedo esperando en la puerta a que salga mi novia. Por no sé qué razón, me decido a entrar y elijo mal, dentro había mucha gente que me empieza a echar la bronca. Me voy a mi habitación, y allí encuentro una revista tirada en el suelo, una White Dwarf, la revista oficial de Warhammer. Empiezo a fijarme en las fotos, y se ven miniaturas que llevan una armadura que es mezcla de la de un Marine Espacial y una armadura de combate Tau. Leo la explicación: "El contingente quedó aislado en la guerra, y tuvo que emplear las armaduras de sus enemigos para suplir la falta de suministros". Entonces me asalta una duda que por alguna razón me parece la duda más terrible y existencial del mundo:"¿Son Marines con restos de armaduras Tau, o son Tau con restos de armaduras de los Marines?". Por más que intento mirar la revista, ésta no es capaz de despejar mi duda, y comienzo a desesperarme, agitándola y tirándola al suelo.
Afortunadamente, comienza a sonar el despertador. Esta vez era de verdad.

2 comentarios:

Raúl dijo...

Hostia colega... eso es un sueño y lo demás son tonterías. Te pediría que escribieras tus sueños justo al despertarte como recomendó no se quién (¿Freud?) para volver a deleitarnos en otra ocasión. Lo mejor de leer sueños ajenos es que uno puede hasta imaginarse dentro de esos sueños y... Hostia, tienen lógica, en un sueño la tienen. Hay ideas, problemas, fijaciones, como en la realidad, pero vistas con otra escala de valores. O mejor, de una forma distinta. Un cúmulo d erecuerdos manejados, como en la vida real, pero diferente. Y esa diferencia es la que mola, bua.
Supongo ahora que serán Marines vestidos de Tau, los Tau morirían sin armadura en un campod e batalla antes de poder vestirse de algo sin son atacados. Qué dura es la vida del Tau.

Raúl dijo...

PD: No eres el primero que sueña con Warhammer (aquí un servidor lanza un elocuente tosido). Up the irons.